En el hemisferio norte los días más cortos del año acaban de pasar, pero el invierno está lejos de terminar. Después del brillo de las fiestas decembrinas, enero puede sentirse como el mes más oscuro para muchos de los que viven en la región boreal.
No son sólo nuestras emociones las que se ven afectadas. Un reciente estudio científico, publicado en la revista especializada Perspectives of Psychological Science, explora las diferentes maneras en las que las estaciones pueden influir en nuestros cerebros; desde nuestro apetito sexual hasta nuestra inteligencia y actividad social.
Aunque se acepta ampliamente que animales como los gansos de Canadá o los osos negros adaptan su comportamiento según la época del año, estas variaciones sutiles en la psicología humana se han discutido mucho menos, pero podrían ser esenciales para entender nuestras tomas de decisiones y bienestar.
Aquí hay algunos de las conclusiones más notables que llamaron la atención de los investigadores:
Estado de ánimo
La existencia de la depresión en invierno, conocida en inglés como Seasonal Affective Disorder o sus siglas SAD (que significan “triste”) y en español como trastorno afectivo estacional, es ampliamente reconocida.
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